NUNCA OLVIDAMOS FELICITAR… Y NUNCA FUE TAN FRÍO

VENTAS Y AUTOMATIZACIÓN

Acordarse no es lo mismo que importar

Los recordatorios resolvieron un problema real: el olvido. Cumplimos fechas. Mantenemos el contacto. Nadie se siente ignorado. Pero con un efecto colateral silencioso.

Según un estudio de Psychological Science, los gestos percibidos como automáticos generan menor respuesta emocional positiva que aquellos percibidos como espontáneos, incluso cuando el contenido del mensaje es idéntico. Traducción directa: el cerebro distingue entre intención y cumplimiento.

Ahora cambia “felicitación” por “seguimiento comercial”.

1. El gesto sin intención no construye vínculo

Antes, felicitar implicaba acordarse de verdad. Había memoria, contexto, esfuerzo. Hoy implica una notificación.

En ventas ocurre igual. Seguimos escribiendo. Seguimos apareciendo. Pero el cliente percibe cuándo el gesto nace de una agenda y cuándo nace de una persona.

-          mensajes correctos

-          tiempos perfectos

-          palabras educadas

Pero sin carga emocional.

2. La automatización no falla… pero tampoco conecta

La automatización evita errores. No se te pasa el seguimiento. No llegas tarde. No quedas mal. Pero la venta no se pierde por quedar mal. Se pierde por no importar.

Un informe de Salesforce indica que los clientes valoran más la personalización genuina que la frecuencia de contacto. No quieren más mensajes. Quieren sentir que alguien piensa en ellos sin que lo diga el sistema.

3. Cuando todo es “detalle”, nada es especial

Si todos los gestos están programados, ninguno destaca. El detalle deja de ser detalle y se convierte en protocolo.

En ventas, eso genera relaciones funcionales, pero débiles. Correctas, pero intercambiables. Y cuando llega el momento de decidir, el cliente no siente deuda emocional. Porque nadie se siente cuidado por un calendario.

4. El cliente detecta la intención (aunque no la vea)

La intención no se explica. Se percibe.

Según Harvard Business Review, los clientes desarrollan lealtad cuando sienten que el proveedor actúa con interés genuino, no solo con consistencia operativa. Y eso no se puede programar sin perder algo por el camino.

Conclusión: el gesto importa cuando nace de ti

Los recordatorios son útiles. La automatización ahorra tiempo. Todo eso está bien. Pero cuando todo es automático, el gesto deja de ser gesto.

En ventas, aparecer no es suficiente. Importar sí lo es. Y la diferencia está en la intención, no en el calendario.

Este artículo no iba solo de cumpleaños (ni este es el final)

Este es el noveno capítulo de una serie de diez artículos. Su función es mostrar otro síntoma del mismo problema: hemos convertido gestos humanos en tareas automáticas.

Los cumpleaños automáticos nos enseñaron a cumplir sin sentir. En ventas, estamos replicando ese patrón. Y el resultado son relaciones correctas, pero vacías.

Solo queda una pieza para cerrar el círculo. En el próximo y último artículo hablaremos de la última ilusión: creer que el problema está fuera, cuando en realidad está en cómo hemos redefinido lo que significa vender bien.

Capítulo 10: La venta sin zonas no optimizables — la solución que no queríamos ver.

Porque la emoción no se escala. Se protege.

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